EL ANTIFALMENQUISMO

Llámese así a la actitud contraria de una gran parte de la sociedad
española frente a la práctica y degustación del arte flamenco, actitud
que, aunque persiste en la actualidad en cierta medida, tuvo una gran
implantación durante el siglo XIX y primera mitad del presente, por
considerar al flamenco y su ambientación de los colmaos y en los cafés
cantantes, algo denigrante y costumbre propia de gente de mal vivir,
esta actitud, contó con el importante respaldo de destacados
intelectuales y escritores, algunos de ellos primeras figuras de la
llamada generación del 98, que combatieron el flamenco con gran
énfasis, Carlos y Pedro Caba, en su obra "Andalucía, su comunismo y su
cante jondo", escriben al respecto: "...Otro perjuicio del 98 es el
juicio que España integralmente les merecía: "la españolada". Ellos
llamaban españolada a los cromos abigarrados don que un Byron, un
Gautier y un Merimée presentaban a España. Era la España de la
pandereta. Y tanta importancia dieron a los juicios de esos turistas
literatos, tanta alarma les produjo pensar que Europa podía creer que
España era así, que acabaron por irritarse contra los toros y el cante
jondo... Pero nada más que irritase y gesticular, en vez de
desposeerse de todo empaque magistral y acercarse, humilde y
franciscanamente, a aquella desnuda realidad para filiarla y estudiar
sus raíces": Efectivamente, Leopoldo Alas, Pío Baroja, Azorín, incluso
José Ortega y Gasset, argumentaron duramente contra el flamenco en sus
escritos, sin olvidar a Armando Palacio Valdés, que escribió
criticando la "particular predilección que el público tiene ahora por
el llamado (no se porque) género "flamenco"; esto es, por la pintura
de las costumbres de los chulos y manolas, o sea del genuino populacho
español".

"Para mí, esto no significa más que una cosa: es el rumor de la
corriente realista, que, al contrario lo que ha sucedido hasta ahora
en las demás evoluciones, principia por arrastrar al vulgo antes que a
los literatos." A estos nombres famosos de las letras que arremetieron
contra el flamenco, sin intentar profundizar n sus valores
espirituales y humanos, hay que añadir el de Eugenio Noel, que en su
antiflamenquismo a ultranza, tituló uno de sus libros, aparecido en
1919: "Señoritos, chulos, fenómenos gitanos y flamencos, y otro
anterior: Escenas y andanzas de la campaña antiflamenca". Este autor,
en su apasionado derrotismo, llega a decir: "Viendo bailar a esta
mujer se concibe que España lleve seis siglos de retraso a los demás
pueblos de su civilización": el antiflamenquismo de los intelectuales
del 98, perjudicó indudablemente al flamenco proporcionando una
nefasta fama, que influyó bastante en la sociedad de la época, hasta
que otros intelectuales, músicos y poetas posteriores, encabezados por
Manuel de Falla y Federico García Lorca, iniciaron una labor
importantísima en pro de su reconocimiento y revalorización.